Sin pelos en la lengua.


El Blog.



¡Callate Hijo de Puta!



El Aumento de animales en la ciudad está destruyendo su hábitat antinatural.


Te iba a contar una historia, pero he cambiado de idea.

Te voy a contar una mucho mejor.

Una que tiene una enseñanza tan potente que te hará sentir capaz de lograr cualquier cosa. 

Hoy estaba paseando por el barrio de mis padres. 

Sí, el barrio donde he vivido durante 31 años. 

Mi barrio.

Ese barrio que me ha visto crecer.

Jugar a futbol con las chaquetas como porterías.

Hasta que llegaban lo mayores y nos quitaban la calle.

Recibir cubos de agua de la vecina cuando hacíamos demasiado ruido.

Hospitalet. 

El lugar de mis primeras peleas con amigos, 

De mi primer beso. 

Mi primer petardo en una mierda de perro.

Y ahí estaba mi amigo Javi asomando la cabeza en el momento oportuno. 

Era el puto amo y lo sigue siendo.

Ah, Hospitalet.

 Siempre tan glamurosa.

Aunque eran otros tiempos. 

Mierdas sigue habiendo. 

Pero yonquis, ya no. 

Antes sí.

Ahora no.

Muchas veces se hacía complicado entrar en casa.

Porque había algún yonque con la chuta clavada en el brazo, tumbado en el portal.

Si llamabas a la policía te decían que era la vía pública y no podían hacer nada.

Ahora el barrio sigue siendo obrero y cosmopolita, pero con menos obreros, y más gente.

Te explico esto para ponerte en situación.

En este barrio, o tienes los huevos bien puestos o te caen hostias por todos lados. 

Yo, en esos tiempos, tenía pocos huevos. 

Ahora tengo dos.

No voy a hacer ningún comentario sobre mis huevos.

No quiero que llores y entres en depresión.

Tu puedes comentar lo que quieras de ellos.

Pero antes de hablar de algo tienes que conocerlo.

Lo que vi en la calle fue salvaje.

De esos documentales de National Geographic, pero en versión hardcore.

De frente venían una chica muy jovencita, no llegaba a 20 años.

Un chico un poco más mayor que ella.

Y un niño de no mas de 5 años en bici.

De repente.

El niño se pone a gritar y a llorar. 

Se baja de la bici y se agarra a su madre. 

llorando "¡Mamá, mamá!". 

El niño chilla.

Chilla mucho.

¡Mama, mama!

Chilla el niño.

Se tira al suelo.

Su madre lo agarra del brazo

La madre, enloquecida. 

Le grita.

¡Cállate, hijo de puta!

¡Cállate, hijo de puta!

¡Cállate, hijo de puta!

Sí, lo leíste bien.

¡Cállate, hijo de puta!

El niño sigue gritando 

¡mama, mama!

La madre que debería tener el mismo coeficiente intelectual que la edad de su hijo de 5 años.

Empieza a arrastrarlo por el suelo.

El niño lloraba, chillaba.

La mama aún chillaba más fuerte.

Te has quedado sin bici.

¡Cállate! 

¡Cállate, hijo de puta cállate!

Mientras lo sigue arrastrando por el suelo de la calle.

El otro chico coge la bici del niño y se larga pedaleando. 

La madre sigue chillando. 

el niño llorando.

Y yo pensando que ni en National Geographic ves tanta crudeza.

La lección de vida aquí es brutal.

Podemos sacar varias lecciones de esta historia.

Pero que quedo con una,

Para mí, la más importante.

Mantén el control.

Has de controlar todo lo que puedas controlar.

Tu respiración, 

Tus pensamientos.

Tus palabras.

Y hasta tu entorno.

No has de dejar nada a la suerte, porque eso será tu mala suerte.

Nadie quiere tener una vida de mala suerte.

Donde lo mejor que te puede pasar es que una gaviota decida que tu eres su blanco perfecto.

Cuántas veces iba todo bien y de repente, todo se fue a la mierda. 

Perdiste el control de tu vida.

Y ahora ya no vives, ahora sobrevives, malvives, 

No dejes que esto te pase. 

Consulta con Las 7 Velas. 

No esperes a que el dolor sea demasiado grande. 

Anticípate y compra un futuro mejor para ti y tus seres queridos.

P.D: Vamos, que la vida no espera. Y tú tampoco deberías.



Escribe Aquí

Por Allan Sandman 31 de enero de 2025
En el pueblo decían que había una casa donde pasaban cosas raras. Puertas que crujían cuando nadie las tocaba. Sombras que se movían cuando no había nadie. Susurros que salían de las paredes como si la casa misma tuviera algo que contar. Un clásico de los pueblos donde todo el mundo se aburre y se inventa historias para no suicidarse por hastío. Pero lo más escalofriante era la puerta. Una puerta negra, con un picaporte en forma de mano de hueso, que nadie se atrevía a abrir. - Quien la abre… desaparece. Susurraban los viejos en el bar, como si eso fuera suficiente argumento para no intentarlo. Los niños del pueblo jugaban a ver quién se atrevía a tocarla. Algunos la rozaban con los dedos y salían corriendo entre risas nerviosas. Otros ni eso. Pero nadie la abriría. Hasta que llego Lucas. Lucas era de esos idiotas valientes. De esos que ven un enchufe y meten los dedos solo para ver qué pasa. De esos que les dices no vayas por ahí y van por ahí con una sonrisa de idiota en la cara. Así que cuando le contaron la historia de la puerta, su única respuesta fue. - Ah, ¿sí? Pues la voy a abrir. Y todos en el pueblo se quedaron en silencio, mirándolo con los ojos muy abiertos. Nadie le pidió que no lo hiciera. Porque todos querrían verlo desaparecer. La noche elegida, Lucas fue hasta la casa con una linterna. El aire estaba pesado. Como si alguien estuviera conteniendo la respiración. La puerta negra estaba allí, mirándola con esa presencia amenazante de las cosas que parecen hechas solo para asustarte. Lucas tomó aire. Puso la mano en el picaporte de hueso. Giró la muñeca. Y abrió la puerta. Lo que vio adentro lo dejó sin aliento. Era… Era… …una habitación. Una puta habitación normal y corriente. Con una silla. Una lámpara. Unas cortinas viejas. Y un señor sentado en la silla leyendo el periódico. Un señor con bata de casa, pantuflas y cara de ¿qué cojones haces en mi salón? Lucas parpadeó. - ¿Hola? El hombre dejó el periódico en su regazo y suspiró con fastidio. - Te ha costado, ¿eh? - ¿Perdón? - Llevo AÑOS esperando a que alguien abra la jodida puerta. Lucas estaba confundido. - ¿Quién eres? - Me llamo Paco. - Me trajeron aquí porque todo el mundo tiene miedo de lo que no conoce. Lucas seguía sin entender nada. Paco se levantó con calma, tomó una taza de té que estaba en la mesa y bebió un sorbo. - ¿Sabes por qué te daban tanto miedo los monstruos de debajo de la cama cuando eras niño? - Eh… - Porque nunca te asomaste a mirar. Lucas tragó saliva. - O sea, ¿me estás diciendo que toda la historia de la puerta era solo porque la gente no sabía qué había detrás? - Exacto. La gente le teme más a su imaginación que a la realidad. - ¿Quieres un té? Lucas miró a su alrededor. Miró la lámpara. Miró la silla. Miró a Paco, con su bata de casa y su taza humeante. Y empezó a reírse. Rio hasta que le dolieron los pulmones. Rio porque toda su vida había vivido con miedo a cosas invisibles. Rio porque entendió que el miedo no es más que un fantasma con el que juegas a la escondida. - Joder, Paco, eres un genio. - No. - La gente es idiota. Lucas volvió al pueblo. La gente le preguntó qué había detrás de la puerta. Él, se encogió de hombros y les dijo. - No queréis saberlo. Y, por supuesto, nadie más intentó abrir la puerta. La moraleja de la almeja. A veces, lo que nos aterra es simplemente lo que no entendemos. Y cuando nos atrevemos a mirarlo de frente… Resulta que solo es Paco en bata tomándose un té.
Por Allan Sandman 30 de octubre de 2024
La fábula de la Cabra que se comió al Caimán. Mira. Te prometo que esta historia te va a hacer decir. ¿Pero qué demonios es esta mierda? Y cuando llegues al final, algo se te va a quedar grabado en la mente. En un rincón olvidado por los dioses y los hombres, vivía una cabra. Pero no cualquier cabra. Ni mucho menos. Esta cabra no era la cabra de la Legión. Ni la típica cabra de los memes. Era una cabra loca con un par de cuernos bien puestos. Cerca de ahí. Acechando desde las sombras, estaba él. El caimán más siniestro, más despiadado y con peor carácter que hayas visto. ¡Vamos! Lo que conoces por un hijo de puta. La cabra, harta de la vida que vivia. Decidió enfrentarse al caimán. ¿Locura? Quizás. ¿Valentía? Seguro. ¿Una mezcla de ambas? Sin duda. Los animales, apostaban por el caimán. Esa cabra se ha firmado su sentencia de muerte, decían. Hoy se come Sopa de Cabra, murmuraban cuando la veían. Y es que todos sabían que era su fin. Pero aquí va lo mejor. ¡La cabra se lo zampó! Esa cabra loca, con más miedo que sentido común. Se comió al maldito caimán. Lo que para todos los demás animales era una misión imposible. Para ella fue un banquete. ¿Y esto qué tiene que ver contigo? Pues más de lo que imaginas. No, no va de volverte caníbal ni de comerte a tus enemigos literalmente (aunque, oye, cada uno tiene sus gustos). Va de enfrentarte a tus miedos. A esos desafíos que te parecen imposibles de superar. Esos retos que te dicen. -Ni lo intentes, no eres lo suficientemente bueno. Esos que, si les haces caso, te devoran entero. Pero cuando te enfrentas a ellos. Cuando realmente te plantas y dices -¡Basta ya! Las posibilidades se multiplican. Puede que te los zampes o que aprendas algo en el proceso. Pero lo que es seguro es que creces. Y crecer, es el verdadero secreto de la vida. Así que, la próxima vez que te enfrentes a un desafío que parece que te va a comer vivo. Piensa en la cabra. Porque si una simple cabra pudo con un caimán. Tú puedes con cualquier cosa se te pongan delante. ¿Quieres saber cómo aplicar esta mentalidad imparable? A tu vida. A tu negocio. A lo que sea que estés persiguiendo. Es fácil. No te quedes de brazos cruzados. Considera seriamente tener una sesión en Las 7 Velas. Porque, si hay algo que no podemos detener, es el tiempo. Y luego viene el arrepentimiento. PD: No te quedes mirando mientras otros consiguen lo que tú deseas. PD2: ¡Ver para creer!
Por Allan Sandman 6 de octubre de 2024
Descubre mi truco preferido e indecente para ligar. Si eres un cerdo, o una cerda, o cerdícola te va a encantar. Vender, vivir, y ligar es lo mismo. Si ya sabes esto vas mucho mas avanzado, que la mayoría de las personas. Si no lo sabias, ya lo sabes. Esta es la técnica infalible. La técnica maestra de quitarte a los competidores que van por delante de ti. Luego necesitas otras cualidades, porque, aunque elimines la competencia, debes tener lo que hay que tener. Lo utilizaba normalmente en las discotecas, pero lo puedes utilizar en cualquier sitio. Bares, restaurantes, en el trabajo, en la cola del cine, o del supermercado… La persona que te gusta está hablando con otro. Mierda se me adelantaron, ahora que iba a ir, después de 15 cervezas, 3 paquetes de cigarros, y 40 post en Instagram. Y se me adelantaron. Has de ver claramente que se están conociendo, que no se conocían de antes. Entonces te acercas sigilosamente, sin llamar la atención. Es importante en este punto pasar desapercibido, y mientras vas rodeando al competidor. ¡Te Tiras un PEO! Un peo silencioso. Lo más apestoso posible. De esos peos que quedan marcados en el ambiente. Y te pones cerca, a una distancia prudencial, mirando a la persona que quieres conocer, con una sonrisa. Veras, las caras de asco, como empieza a mirar mal a la otra persona. Incluso puede que la insulte, o mejor aún, le suelte una ostia, o te llame para que vayas, o directamente venga y te bese, para quitarse al apestoso ese de encima. Y tú te acercas ahí como quien no quiere la cosa, y le dices. Es un cerdo, que falta de respeto. Yo por eso me aparte, está podrido. Te llevas a la persona a otro sitio más íntimo, ya que ahí no se puede estar por el olor, y empiezas una conversación. Ahí, te acabas de vender como el salvador, el que la ha salvado de un apuro vastante desagradable. Como ves, la vida, ligar y las ventas son lo mismo. Y si quieres mejorar en todo esto. Solicita tu consulta en Las 7 Velas. Vamos te aseguro que ligaras, aunque seas difícil de mirar. Si sabes ligar, tu vida será mucho mejor. PD : Vender, ligar y vivir es lo mismo.
Share by: